Desde el resonante llamado de «Lorencitooooooo» en la sintonía de «Hermanos», Rini Cruz ha quedado grabado en la memoria de varias generaciones de cubanos. Su presencia en la televisión nacional ha dejado una huella duradera, y su evolución artística nos invita a indagar en su trayectoria.

Los inicios de Rini como actor en la televisión cubana se manifestaron en producciones como «Sacrificio de Mujer» y «Secreto de Amor». No obstante, su consagración llegó con el inolvidable personaje de «Hoy es siempre todavía» (1987), donde se cruzó con Anabel Leal, desencadenando un romance que aún pervive. Esta química palpable entre ambos los catapultó al drama «Una muchacha» (1987), encarnando a Rubén y Nelia respectivamente.

Aunque protagonizó diversas interpretaciones en el panorama televisivo cubano, un rol en los años 90 prevalece con un afecto especial. Nos referimos a Marcos Urquiza en «Pasión y Prejuicio», donde su conexión con Dianelys Brito dio vida a un inolvidable dúo.

Su última incursión en Cuba se registró en la grabación de «Leyenda del Rayo», un proyecto que lo remonta a una escena desafiante que implicó llamas y una carestía de gas.

Rini emprendió su siguiente travesía al trasladarse a Angola junto a Anabel, sumándose como asesor en la televisión pública del país africano. Tras dos años en África, donde además nutrieron el arte actoral, tomaron rumbo a Estados Unidos con visa de turista, tomando el atrevido paso de quedarse y explorar nuevas oportunidades.

En suelo estadounidense, Rini continuó desarrollando su carrera artística con participaciones en telenovelas como «Secreto de Amor» y «Amor comprado». Actualmente, coloca su enfoque en la empresa familiar Imago Studio, dedicada a la producción audiovisual, una colaboración conjunta con su esposa Anabel.

Una entrevista reveló que uno de los momentos más desafiantes de sus vidas fue cuando su hijo se unió al ejército y fue desplegado en conflictos bélicos fuera del país. Afortunadamente, su hijo regresó sano y salvo, un hecho que llena de orgullo a Rini por la valentía de su joven vástago.