El 13 de agosto de 1939 quedó grabado en la historia del béisbol cubano como el día en que el destacado lanzador Conrado Marrero logró un hito significativo al derrotar a un equipo de Estados Unidos en las series mundiales de béisbol amateur. Con su estilo único y su destreza en el montículo, Marrero se convirtió en una de las figuras más icónicas en la historia del deporte en Cuba y más allá.
Nacido el 25 de abril de 1911 en la ciudad de Sagua la Grande, Cuba, Conrado Marrero dejó una huella imborrable en el mundo del béisbol. Su carrera fue una demostración de habilidad, determinación y pasión por el juego, y su legado perdura hasta hoy. Marrero falleció el 23 de abril de 2014 en La Habana, a solo días de cumplir la increíble marca de 103 años.
Si bien Marrero jugó en las Grandes Ligas, fue en las ligas cubanas y en los enfrentamientos internacionales donde forjó su reputación como uno de los mejores peloteros cubanos de todos los tiempos. Su época de gloria en las Grandes Ligas se desarrolló con los Senadores de Washington (ahora conocidos como los Mellizos de Minnesota) entre 1950 y 1954. A pesar de no tener una velocidad impresionante en sus lanzamientos, Marrero era reconocido por su control excepcional y su habilidad para mantener a raya a los bateadores rivales.
Su estilo de lanzamiento se basaba en una variada gama de lanzamientos de ruptura, lo que le permitía confundir y desconcertar a los bateadores contrarios. Marrero demostró que la inteligencia y la técnica podían superar la velocidad pura, un enfoque que le valió el respeto de sus contemporáneos y el reconocimiento en la historia del béisbol.
La carrera de Marrero comenzó en la Liga Cubana, donde dejó su marca como un lanzador talentoso y versátil. Su destreza atrajo la atención de los buscatalentos de las Grandes Ligas, y a la edad de 39 años, finalmente hizo su debut en las mayores con los Senadores en 1950. A pesar de su edad, demostró su valía al ser seleccionado para el All-Star en 1951 y finalizar la temporada con un récord de 11 victorias y 8 derrotas, acompañado de una efectividad de 3.90.
Después de su tiempo en las Grandes Ligas, Marrero regresó a Cuba para seguir jugando en la Liga Cubana, mostrando su inquebrantable pasión por el juego hasta los 40 años. A lo largo de su carrera en Cuba, continuó impresionando con su habilidad y dedicación al deporte que amaba.
Sus últimos años en el béisbol profesional en Cuba los pasó con los Tigres de Marianao, y su desempeño en la campaña 1956-57 fue una prueba más de su calidad. A pesar de su edad, Marrero mantuvo un impresionante promedio de limpias de 1.37 como relevista en 19 entradas a lo largo de 7 juegos. Su contribución fue crucial para que los Tigres ganaran la Liga y se dirigieran a la Serie del Caribe. Marrero siguió siendo un jugador valioso incluso en esta etapa avanzada de su carrera.
La longevidad y la habilidad de Conrado Marrero para competir a un alto nivel en sus últimos años son testamentos de su amor por el juego y su dedicación al deporte. Su legado como uno de los pioneros del béisbol cubano en las ligas mayores, así como su influencia duradera en el juego, lo convierten en una figura entrañable en la historia deportiva de Cuba y en una fuente de inspiración para futuras generaciones de peloteros. Con su estilo de lanzamiento único y su pasión inquebrantable, Conrado Marrero sigue siendo una leyenda del béisbol cubano, cuyo impacto trasciende el tiempo y el espacio.