En una reciente entrevista con un medio independiente, el actor cubano Carlos Massola reveló una verdad dolorosa: el arte y la política han erigido un muro entre él y su prima, la actriz y presentadora Edith Massola, figura afín al gobierno actual.

Recordando a su padre, también llamado Carlos Massola, el actor rememoró cómo este, siendo un locutor de televisión, enfrentó represalias por mantenerse al margen de la política. “Mi padre eligió la integridad sobre la conformidad, una decisión que lo llevó de la pantalla del televisor a las ondas de Radio Reloj, donde permaneció hasta su fallecimiento hace 18 años”, relató con nostalgia a CubaNet.

Carlos ha ganado notoriedad recientemente por sus audaces declaraciones en las redes sociales, clamando por una transformación radical en Cuba, la liberación de los prisioneros políticos, y compartiendo su angustia ante la crisis que él y millones de compatriotas enfrentan.

Mientras tanto, su prima Edith, quien celebró su 56 cumpleaños a principios de septiembre, parece abrazar un camino diferente, respaldando al régimen mediante su participación activa en eventos estatales y promoción de la isla como un paraíso turístico.

El contraste entre los primos se hizo palpable cuando Edith compartió escenario con Lis Cuesta Peraza, esposa del líder cubano Miguel Díaz-Canel, en un evento turístico en Varadero, mostrando una proximidad que va más allá de un simple compromiso profesional. Sus decisiones, incluida la dirección artística en el controversial Festival de San Remo en Cuba, han desatado críticas, particularmente cuando se le ve disfrutando de privilegios mientras su propio familiar vive la realidad opuesta.

«Edith ha elegido el silencio sobre el reencuentro», reveló Carlos. “Mis llamadas quedan sin respuesta. A pesar de nuestro vínculo, parece que mi posición la ha llevado a alejarse”.

El actor atribuye esta distancia a un posible temor de Edith. “Quizás el miedo la retiene. Tiene miedo de asociarse conmigo debido a mis opiniones”, reflexionó.

Con respecto a la postura de otros artistas en Cuba, Carlos enfatizó la necesidad de tomar una posición. “Debemos alzar la voz por aquellos que sufren. No se trata de mezclar arte y política; se trata de la realidad de nuestra Cuba. Es imperativo que nos pongamos del lado del pueblo, porque el sufrimiento es universal. Los insto a reconocer la gravedad de nuestra situación y a actuar”.

A pesar de las represalias, como ser censurado en redes sociales después de un encuentro cálido con niños en una escuela, Carlos se mantiene firme. “No estoy solo. Mi familia, especialmente mi hija y su madre, están conmigo. Aunque el miedo nos invade en momentos de desesperación, el silencio no es una opción. Hablar es una necesidad”.

Reconociendo el oscuro horizonte en su patria, Carlos confesó su deseo de partir. “Mi alma anhela nuevos horizontes. Mi futuro en Cuba se ha desvanecido. Estoy dispuesto a comenzar de nuevo, donde sea, pero lejos de aquí”, admitió, sabiendo que su partida sería una salvación no solo personal sino también para su familia.

“A muchos no les gustará mi decisión, pero yo solo soy uno entre una multitud de cubanos que buscan una salida. Hay una oleada humana buscando escape; Cuba se está vaciando”, concluyó con una mezcla de determinación y tristeza.