En medio de la realidad que enfrentan muchos jóvenes cubanos que han dejado su país buscando un mejor futuro, hay quienes no se olvidan de su tierra y regresan para regalar un pedacito de alegría.
Uno de esos jóvenes es Alfredo Ávila, oriundo de un pequeño pueblito llamado Vázquez, en la provincia de Las Tunas.
Después de tres años de vivir en Miami, este joven volvió a Cuba para reencontrarse con viejos amigos y colegas con los que compartió una de sus pasiones más grandes: el béisbol. A su llegada, fue recibido en el estadio de su pueblo con abrazos y el típico dicharacho cubano: «¡está hecho un animal!», que en buen cubano significa que está más grande y fuerte que antes.
Pero no volvió con las manos vacías. Con una sonrisa en el rostro y cargado de nostalgia, no solo volvió para ver a sus compañeros, sino que también trajo consigo un regalo muy especial: pelotas de béisbol para todo el equipo. Un gesto sencillo pero lleno de significado, donde dejó claro que aunque esté lejos, nunca ha olvidado sus raíces ni a las personas que lo acompañaron en esos momentos de su vida que tanto disfrutó.
Curiosamente, del mismo pueblito y de ese estadio local, salió otro gran talento Alberto Pablo Civil, quien hoy es uno de los mejores lanzadores en el equipo de “Los Leñadores” de Las Tunas.
En Cuba, Alfredo se formó como doctor, pero al llegar a Estados Unidos se reinventó. En poco tiempo ha dado grandes pasos, convirtiéndose en preparador de impuestos y obteniendo más de tres licencias de seguros. Ahora es parte de la prestigiosa compañía «Dtodos Insurance y Taxes» en Florida, un logro impresionante para un joven que no deja de crecer. A pesar de su éxito, nunca ha olvidado sus raíces y siempre regresa a su pueblo para compartir un poco de alegría con los suyos